Por Gustavo Petro
Acabo de hablar con Cristina Fernández de Kirchner, en Argentina. Mi solidaridad con ella que va en camino a la prisión.
Indudablemente, estamos en tiempos difíciles. Presidentes como Lula, Pedro Castillo, Cristina Fernández, Rafael Correa, Dilma Rousseff, Zelaya, Manuel López Obrador, Evo Morales, todos progresistas, el progresismo es diverso, han pasado por golpes de Estado, procesos injustos, y cárcel por años.
Después de 30 años, cuando se abandonó el camino de las dictaduras y guerras revolucionarias, la primavera democrática de América Latina, está en peligro.
El cambio de políticas donde ascienden las extremas derechas y derechas a los gobiernos de estados, en los centros de poder mundial, incentivan las rupturas democráticas.
El electorado de esos países ha preferido, en vez de la imperativa construcción de la economía para la vida, descarbonizada, perseguir migrantes de nuestros países y dejar ascender la irracionalidad y el fascismo.
Puede más el confort ilusorio y la ganancia del petróleo, que la vida de sus propios hijos, por el momento.
He propuesto siempre el diálogo político como solución, pero el fanatismo en los grandes centros de poder económico latinoamericanos, no prefieren esta vía.
En Colombia están ya pregonando un golpe de Estado y no es discurso.
Personas de extrema derecha colombiana y en los EE. UU., mantienen conversaciones fluidas para lograrlo. Conversaciones que testigos de esas reuniones han grabado y que, en mi opinión, deben ser publicadas, muestran a qué punto llegan estas intenciones de sedición.
En realidad, a la violencia y el golpe se le contesta con la unidad pacífica, pero activa y contundente del pueblo.
Yo llegaré hasta donde el pueblo me diga, dentro del Estado Social de Derecho de la Constitución.
Buscaré la solución pacífica y negociada sin que la lucha por los derechos del pueblo, la justicia social y la constitución, retrocedan.